Asesinos seriales: Ted Bundy

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Theodore "Ted" Robert Cowell Bundy fue un asesino en serie de mujeres. Los profesionales en el tema estiman que el número de sus víctimas podría rondar hasta las cien mujeres, muy lejos de los números oficiales de alrededor de treinta y seis.


Hijo biológico de un veterano de la fuerza aérea, a quien nunca conoció, y de Louise Cowell, vivió sus primeros cuatro años en casa de sus abuelos maternos. Durante este tiempo creyó que sus abuelos eran sus padres y que su madre era su hermana mayor.

Fue un estudiante aplicado y con buenas notas en la Universidad de Washington y en la Universidad de Puget Sound (Tacoma) con la licenciatura en psicología.

Abandonó los estudios durante un tiempo y después regresó a la Universidad de Washington para matricularse en Derecho. Fue considerado un estudiante brillante y estimado entre sus profesores. Paralelamente inició una relación de 5 años con Meg Anders (su nombre real Elizabeth Kloepfer), quien era divorciada y tenía una hija pequeña.

Antes de comenzar a asesinar perpetró una serie de hurtos en casas ajenas y comercios mientras estaba ebrio.

El 4 de enero de 1974 entró en el cuarto de la universitaria Joni Lenz, de 18 años, la golpeó con una palanca metálica y la violó con una pata de la cama. Al día siguiente, la chica fue hallada malherida y sobrevivió con daño cerebral permanente. Bundy tenia 27 años.

Veintisiete días después atacó a la estudiante en Psicología de la Universidad de Washington Lynda Ann Healy, de 21 años. Bundy entró en su dormitorio, la dejó inconsciente con un golpe y la sacó de la escuela. Nadie notó la ausencia de la joven hasta el día siguiente. La policía no estableció ninguna conexión entre las dos agresiones y tampoco se hicieron mayores pruebas ni estudios de la escena del crimen. Los restos de Lynda Ann fueron descubiertos un año después en una montaña cercana.

Durante la primavera y verano de 1974 desaparecieron varias universitarias y madres jóvenes. Se calcula que fueron ocho víctimas a las que atacó de noche hasta que comenzó a hacerlo de día. La policía había iniciado una investigación y contaba con descripciones acerca de un hombre que solicitaba ayuda a chicas que jamás volvían a ser vistas. El individuo tenía la particularidad de ir cargado con libros y llevar un brazo enyesado o en cabestrillo. También hubo testigos que observaron a un hombre que solía tener "problemas" para arrancar su Volkswagen, el cual había sido visto rondando el sitio donde desaparecieron dos de las jóvenes asesinadas.

Bundy cometió su primer error el 8 de noviembre de 1974, cuando se acercó a Carol DaRonch en el Fashion Place Mall en Murray, Utah. Haciéndose pasar por un oficial de policía, le informó que habían intentado robar su coche. DeRonch subió al auto de Bundy bajo la creencia errónea de que iban a una comisaría para presentar un informe. Después de detener abruptamente el coche, Bundy sacó una pistola y le esposó una muñeca. Ella luchó y consiguió apartarse antes de que Bundy pudiera fijar el otro extremo de las esposas. Ella lo golpeó en la cara y salió corriendo. Consiguió que un motorista que pasaba la llevara a la policía.

En la comisaría, Carol narró lo sucedido y así se obtuvo la descripción del hombre, del vehículo y el tipo de sangre del atacante.

Coche que utilizaba Ted Bundy para secuestrar a sus victimas.

Debido al retrato hablado del asesino, una amiga cercana de Meg Anders lo reconoció como Ted Bundy. Meg Anders también llamó de manera anónima a la policía sugiriendo que su novio podría tener algo que ver con las muertes. A pesar de que se facilitaron fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos fallaron al hacer la correspondiente identificación. La policía desechó esa pista para enfocarse en otros informes. La atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años más tarde.

El 16 de agosto de 1975 un patrullero detuvo un Volkswagen para comprobar su matrícula. El sospechoso se dio a la fuga, pero fue detenido poco después. En el auto se encontró una palanca de metal, esposas, cinta y otros objetos que dieron inicio a una investigación a gran escala en torno a un hombre: Theodore Robert Bundy.

El 14 de enero de 1977 el edificio de la fraternidad Chi Omega estaba semivacío cuando Nita Neary volvió en la madrugada. Le extrañó que la puerta estuviera abierta y decidió esconderse. Vio salir del edificio a un hombre con una gorra azul y una carpeta envuelta en un trapo. Creyendo que habían asaltado la fraternidad, fue en busca de su compañera Karen Chandler, a la que encontró tambaleándose por el pasillo herida gravemente. Kathy Kleiner fue hallada con vida, aunque malherida, en su cuarto.

La policía encontró el cadáver de Lisa Levy, que había sido golpeada en la cabeza y brutalmente violada. También estaba el cadáver de Margaret Bowman, estrangulada mientras dormía, con un golpe en la cabeza que le destrozó el cráneo. El resto de las chicas no pudieron aportar más pistas salvo el testimonio de Nita Neary.

No lejos de allí, Bundy atacó a Cheryl Thomas, que sobrevivió a una paliza brutal. Su cráneo fue fracturado en cinco lugares, tenía la mandíbula rota y un hombro dislocado. La joven sufrió pérdida permanente de la audición y problemas de equilibrio. En la escena del crimen se encontraron evidencias corporales, como cabello y sangre del autor.

El 9 de febrero de 1978 secuestró a Kimberly Leach, de 12 años, en Lake City. Su amiga Priscila narró a la policía que la había visto subirse a una camioneta blanca con un hombre del que no pudo aportar más datos. Ocho semanas después se encontró en Florida el cuerpo de Kimberly.

Tras el asesinato de Leach, Bundy por alguna razón regresó a su apartamento de Tallahassee. Al parecer se deshizo de la furgoneta blanca y casi fue detenido cuando intentaba robar otro vehículo. Escapó cuando el oficial lo dejó solo mientras revisaba las placas del coche robado. De regreso a su apartamento limpió el lugar de huellas, robó un VW y finalmente dejó Tallahassee. Después de algunos encontronazos con los empleados del hotel en relación con sus tarjetas de crédito (eran robadas y habían sido denunciadas), Bundy terminó en Pensacola, Florida, donde las placas del auto robado fueron reconocidas por un oficial de patrulla, que lo detuvo después de una corta persecución y de una breve lucha.

El 25 de junio de 1979 en Miami (Florida) se le juzgó por los crímenes de la fraternidad Chi Omega donde Ted Bundy fue su propio abogado. Fueron nombrados como los delitos de la década, y tuvieron tal impacto en la opinión pública que hicieron que gran parte de los estadounidenses consideraran a Bundy como la encarnación del Mal.

El 31 de julio de 1979, tras siete horas de deliberación, el jurado lo declaró culpable. Él escuchó el veredicto sin demostrar emoción alguna, a diferencia de su madre, que suplicó piedad. Ted afirmó ser víctima de una farsa, de un juicio injusto y abusivo, por lo que no tenía que pedir clemencia por algo que no había cometido. El juez Cowart lo sentenció a la pena de muerte en la silla eléctrica por los asesinatos de Lisa Levy y Margaret Bowman.

Nada fue fácil con Bundy y su ejecución no sería diferente. Siguió proclamando su inocencia y metódicamente agotó sus apelaciones. Representándose a sí mismo obtuvo numerosos retrasos a la ejecución, la primera siendo el 4 de marzo de 1986, incluyendo unos quince minutos antes de la hora programada para morir el 2 de julio de 1986, y otro el 18 de noviembre, a tan sólo siete horas de la ejecución.

El 17 de enero de 1989 obtuvo la fecha definitiva: Iba a ser ejecutado una semana después. Bundy no había terminado su lucha para evitar la muerte y trató de mantener sus confesiones como cebo para, así, obtener más tiempo. Él y sus abogados pidieron una prórroga de tres años para que confesara los demás asesinatos. También trató de coaccionar a los familiares de sus víctimas para que solicitaran a la corte que le otorgaran más tiempo para poder confesar. A pesar de no conocerse el paradero de muchas de las víctimas, todas las familias se negaron.

Bundy celebró una maratón de entrevistas y confesiones durante sus últimos días, aunque nunca estuvo dispuesto a admitir todo, especialmente los asesinatos de algunas de las víctimas más jóvenes. En su último día llamó a su madre y rechazó su última comida. Fue electrocutado el 24 de enero de 1989 y declarado muerto a las 07:16 de la mañana.

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