112 de Ocean Avenue Amityville

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La casa maldita de Amityville, situada en el número 112 de Ocean Avenue (Amityville), es un edificio grande de tres pisos y a 'cuatro vientos', cubierto por tejas oscuras y actualmente fachada blanca (aunque originalmente tenía la fachada oscura). El solar que conforma la propiedad es rectangular e incluye un jardín que rodea la vivienda, además de piscina privada y un embarcadero


Todo comenzó con una masacre en una gran casa, situada en el 112 de Ocean Avenue, en el poblado de Amityville (Nueva York). El día 13 de noviembre del año 1974, un joven de 23 años, llamado Ronald DeFeo, Jr. (conocido como Ronnie o Butch), asesinó fríamente a toda su familia mientras dormían en sus camas, con un rifle de gran calibre, alrededor de las 3:15 de la madrugada.

Las víctimas fueron sus padres (Ronald DeFeo padre, 44 años; Louise DeFeo, 43 años) y sus cuatro hermanos (Dawn, 18 años; Allison, 13 años; Mark, 12 años; John, 9 años). Todos yacían boca abajo, con la cabeza reposando sobre sus brazos en cruz. A todos les disparó por la espalda, menos a su madre, Louise, a quien le disparó en la cabeza.

Tras la matanza, Butch recogió toda su ropa manchada de sangre, la funda del rifle y unas balas del arma, e introdujo todo en una funda de almohada, que posteriormente encontró la policía en una alcantarilla llena de hojas secas. Después de aquello, Ronald se fue a un bar de su barrio, “The Witches’ Brew”, y le dijo al chico que trabajaba ahí, Joe Yeswit, que alguien había disparado a sus padres. Butch y Joe se dirigieron a la casa y llamaron a la policía, diciendo que había habido un tiroteo.

Cuando la policía llegó, irrumpieron en la casa y descubrieron que ahí yacían seis cuerpos sin vida y sacaron los cadáveres de la casa. Ronald era el principal sospechoso, ya que era la única persona de la familia que no había sido asesinada. Al ser interrogado, Ronnie dijo que había salido pronto de su casa para adelantar trabajo, pero la hora de la muerte no encajaba y su coartada falló. El chico fue arrestado y sometido a juicio.

Para respaldarse en su inocencia, DeFeo dijo que unas voces que él escuchaba en su casa le habían obligado a hacerlo. Aquel testimonio resultó absurdo para el juzgado, ya que tenían entendido que Ronald tenía un pequeño historial delictivo y coqueteaba con las drogas. El joven perdió contra la ley, la cual le obligó a cumplir una condena por seis homicidios de segundo grado, por lo tanto cumpliría cadena perpetua sin libertad condicional.

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